Un motivo. Todos necesitamos un motivo. Un motivo, más que una meta o un objetivo, es un impulso que nos catapulta a conseguir las cosas que nos proponemos. Una meta se consigue. Un objetivo se culmina. Pero un motivo es algo que se perfila como posible aunque es algo intagible. Por tanto un motivo es un motor, un motivo es un camino.

El problema de los motivos es que no son fáciles de encontrar. Los objetivos si se encuentran fácilmente. Uno se puede marcar objetivos e incluso cumplirlos. Se los puede marcar uno mismo o imponérselos a los demás. De hecho nos han educado bajo ese criterio, bajo la imposición de objetivos. Tienes que hacer esto, tienes que conseguir lo otro, hay que ganar aquí, tienes que llegar hasta allá…pero nunca, o rara vez, alguien nos ha conseguido un motivo para que podamos avanzar.

Supongo que si uno echa un vistazo a lo que tiene alrededor se puede encontrar grandes trabajos, gestionados con cabeza, encaminados a conseguir metas y objetivos concretos. Grandes trabajos de cantera. Grandes trabajos de entrenamiento. Grandes trabajos de gestión. Pero es dificil encontrar, detrás de todo eso que se quema y se va con el viento, algo más grande, más longevo, más importante, más trascendetal. Es dificil encontrar motivos. Uno pregunta, o simplemente escucha a sus colegas, y encuentra pocas razones para pensar que detrás de las titánicas planificaciones, los programas meticulosamente ordenados o los ciclos de entrenamiento hay un motivo para hacer las cosas. Se que hay excepciones, y las conozco. Pero lo cierto es que hay muchos entrenadores que piensan que basta con querer hacer las cosas para que las cosas se hagan. Grandes técnicos que simplemente marcan un recorrido a seguir, una meta, e intentan llegar hasta ella, como sea y a cualquier precio. Sin deternerse. Sin levantar la vista.

Y a mi, como entrenador, como guía, eso no me sirve. Me parece fundamental tener algo más a lo que agarrarnos, algo que esté por encima de ganar o de perder. Algo que se sostenga por si mismo. Me parece fundamental tener un motivo para mi equipo, para cada uno de mis jugadores y para el club. Y yo tengo uno. No lo voy a decir aquí, pero espero que si alguien se toma el tiempo de leer estas reflexiones lo encuentre. Y creo que detrás del trabajo que se está haciendo en el CNWSestao, además del que personalmente como técnico yo pueda aportar, hay varios motivos. Y son ciertamente relevantes. Hay uno de tipo afectivo. Hay otro de tipo social. Hay otro deportivo. Y hay uno, el más importante y que los engloba a todos, que es de tipo político.

Hacer política no es presentarse a las elecciones. Hacer política no es ir a votar. Hacer política no es marcarse grandes discursos frente a las masas. Hacer política es permitir que un grupo de gente, que a menudo no tiene un motivo, se sienta capaz de enfrentarse a su día a día con la energía necesaria para construir su vida, que tenga capacidad de analizar su realidad con argumentos críticos, y que anteponga su dignidad. Hacer política es sonreir ante las dificultades. Hacer política es entrenar más allá de lo estrictamente deportivo. Y creo que ese es un buen motivo para hacer las cosas.

Hay grandes entrenadores al frente de grandes equipos. Hay grandes entrenadores al frente de equipos pequeños. Hay malos entrenadores al frente de grandes equipos. Y hay malos entrenadores al frente de equipos pequeños. Seguramente yo soy de estos últimos porque «bueno o malo» se suele medir en términos de objetivos alcanzados o en términos de éxito…y es casi seguro que no pueda garantizar la consecución de ningún objetivo a corto plazo, ni alcanzar muchas metas con mis chicos, si de lo que estamos hablando es de ganar. Pero lo que si tengo es un motivo para hacer mi trabajo, y tengo un motivo para ellos. Y eso no hay quien lo pare.

Veremos hasta donde somos capaces de llegar.

Eduardo Hurtado

Coordinador Técnico

Reflexiones a pie de piscina III